
En los últimos años, dos compuestos sencillos -la glicina y la N-acetilcisteína (NAC) - han atraído cada vez más atención por sus posibles funciones en la biología del cáncer. Son conocidos por apoyar los sistemas antioxidantes del organismo y mantener el equilibrio celular. Pero en la investigación del cáncer, sus efectos distan mucho de ser sencillos. ¿Podrían ayudar a proteger las células sanas, o podrían también proteger a las células cancerosas? Exploremos lo que la ciencia sabe hasta ahora.
ÍNDICE
Cómo actúan la glicina y la NAC en el organismo
Tanto la glicina como la NAC están profundamente implicadas en la desintoxicación celular y la defensa antioxidante, principalmente a través de su papel en la producción de glutatión, uno de los antioxidantes más potentes del organismo [1,2].
Glicina - El aminoácido más simple con grandes responsabilidades
La glicina es un pequeño aminoácido que se encuentra de forma natural en el organismo. Contribuye a la formación de proteínas, favorece la neurotransmisión y desempeña un papel en la desintoxicación de compuestos nocivos mediante la conjugación de ácidos biliares [3-5].
También es un componente básico del glutatión, el antioxidante que ayuda a proteger las células del estrés oxidativo, es decir, del desequilibrio entre los radicales libres dañinos y los antioxidantes [2].
Definición de glutatión
El glutatión es una molécula formada por tres aminoácidos: glicina, cisteína y glutamato. Ayuda a neutralizar los radicales libres, ayuda al hígado y mantiene la salud celular.
NAC - El potenciador del glutatión
La N-acetilcisteína (NAC) se deriva del aminoácido cisteína y se utiliza habitualmente para apoyar la salud respiratoria y hepática. Su principal beneficio es su capacidad para aumentar los niveles de glutatión en el organismo [6-10].
La NAC también reduce la inflamación al influir en la vía NF-κB, uno de los principales reguladores de la inflamación crónica [8]. Debido a estos efectos, a menudo se estudia su posible papel en la prevención o influencia en el desarrollo del cáncer.
Resumen
Tanto la glicina como la NAC ayudan a producir glutatión, que protege a las células del daño oxidativo. Esa misma capacidad protectora es lo que ha hecho que los investigadores se pregunten si estas moléculas podrían influir en la progresión del cáncer, para bien o para mal.
NAC y riesgo de cáncer
Una de las primeras observaciones procede de un amplio estudio de población realizado en Taiwán. El uso de NAC a largo plazo entre personas con enfermedad pulmonar crónica se relacionó con un menor riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, como el de hígado, colorrectal y de mama [11].
Los científicos sugieren que esto podría deberse a que la NAC reduce el daño del ADN y la inflamación crónica, dos de los principales impulsores de la formación del cáncer [12,13]. Al mantener el equilibrio redox -el equilibrio entre las reacciones de oxidación y reducción en las células-, la NAC podría ayudar a prevenir las mutaciones que desencadenan el crecimiento del cáncer.
Al mismo tiempo, los estudios con animales y células muestran un panorama más complicado. En algunos tipos de cáncer, como el melanoma y el cáncer de pulmón, la NAC parecía reducir el estrés oxidativo con tanta eficacia que, involuntariamente, ayudaba a las células cancerosas a sobrevivir e incluso a propagarse [14,15].
Resumen
La NAC puede ayudar a disminuir el riesgo de cáncer en algunas personas al reducir el estrés oxidativo y el daño del ADN, pero en algunos cánceres, ese mismo efecto antioxidante podría permitir que los tumores crecieran o se extendieran más fácilmente.
Terapia antioxidante contra el cáncer: Un arma de doble filo
La idea de los antioxidantes y el cáncer siempre ha sido compleja. El estrés oxidativo puede causar mutaciones del ADN y favorecer el cáncer, pero también lo utilizan la quimioterapia y la radiación para destruir las células cancerosas.
Cuando la NAC o la glicina potencian el glutatión, pueden proteger a las células sanas de los daños relacionados con el tratamiento, pero también podrían proteger a las células cancerosas del estrés oxidativo del que dependen estas terapias [14-17].
Aun así, los investigadores están explorando cómo podrían utilizarse los antioxidantes de forma estratégica, no generalizada. Por ejemplo, la NAC podría ser útil después de la quimioterapia para ayudar a los pacientes a recuperarse, en lugar de durante el tratamiento, cuando su efecto protector podría reducir la eficacia de la terapia.
¿Lo sabías?
El estrés oxidativo se produce cuando los radicales libres (moléculas inestables) superan en número a los antioxidantes del organismo. Puede dañar el ADN, las proteínas y las membranas celulares, procesos a menudo implicados en el desarrollo del cáncer.
NAC y quimioterapia
Cada vez hay más interés en saber si la NAC podría utilizarse como complemento de la terapia contra el cáncer, no para combatir directamente los tumores, sino para reducir los efectos secundarios del tratamiento.
Algunos estudios han demostrado que la NAC puede disminuir la toxicidad inducida por la quimioterapia, como el daño nervioso y el estrés hepático, reponiendo los niveles de glutatión y protegiendo los tejidos normales [18].
Sin embargo, como algunas quimioterapias se basan en el estrés oxidativo para destruir las células cancerosas, los médicos suelen desaconsejar tomar NAC durante el tratamiento activo, a menos que sea bajo estricta supervisión médica.
Resumen
La NAC puede ayudar a proteger las células sanas durante la terapia contra el cáncer, pero también podría reducir la eficacia de algunos tratamientos. Consulta siempre a un profesional médico antes de combinar suplementos con quimioterapia.
NAC frente a GlyNAC
Si la NAC apoya al glutatión a través de la cisteína y la glicina lo potencia directamente, combinarlas podría ser muy potente, y ésa es la idea que hay detrás de la GlyNAC.
Los estudios clínicos han demostrado que la GlyNAC puede restaurar los niveles de glutatión, mejorar la función mitocondrial y reducir el estrés oxidativo en adultos que envejecen y en personas con trastornos metabólicos [19,20].
En teoría, esta combinación podría proteger los tejidos sanos durante el tratamiento del cáncer, pero actualmente no hay datos clínicos que confirmen su seguridad o eficacia en pacientes con cáncer.
La dosis justa en todo
Tanto la glicina como la NAC se consideran seguras para uso general cuando se toman en dosis moderadas. La glicina puede causar molestias estomacales leves en cantidades elevadas [21,22], mientras que la NAC puede provocar problemas gastrointestinales o, en raras ocasiones, reacciones alérgicas [23,24].
El reto clave es el contexto: una dosis protectora en una situación podría ser perjudicial en otra. En el cáncer, donde el equilibrio oxidativo es delicado, tomar antioxidantes sin orientación médica podría alterar los efectos del tratamiento.
Resumen científico: NAC y glicina
La glicina y la NAC son esenciales para la protección celular y la desintoxicación. Su potencial en la prevención y el tratamiento del cáncer es prometedor, pero también complicado. Las investigaciones demuestran que pueden proteger tanto a las células normales como a las cancerosas, dependiendo de cómo y cuándo se utilicen.
Por el momento, ninguno de ellos se recomienda como terapia independiente contra el cáncer. En cambio, se están estudiando como nutrientes de apoyo que podrían mejorar la salud, reducir los efectos secundarios o ayudar a la recuperación bajo supervisión profesional.
La ciencia sigue explorando su doble naturaleza, y los futuros ensayos clínicos dirán si pasan a formar parte de la oncología integral o siguen siendo herramientas de apoyo para el bienestar general.
Referencias
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